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La responsabilidad didáctico pedagógica de la familia en la formación académica de sus hijos con TDAH

Cuando un alumno con TDAH presenta problemas de aprendizaje o de rendimiento académico en el contexto escolar, es necesario preguntarnos y analizar minuciosamente en qué grado el entorno escolar puede estar influyendo en dicha problemática y en qué medida éste puede depender también de diferentes factores o variables del entorno familiar, ya que la consecución de los objetivos educativos no está solo o exclusivamente en manos de lo que se hace en la Escuela, sino que los padres también desempeñan un papel fundamental en cuanto a la responsabilidad didáctico pedagógica que tienen en el contexto familiar, al influir de forma positiva o negativa en la propia escolarización del niño y en la creación de contextos que pueden facilitar u obstaculizar los procesos de aprendizaje.

En este sentido, está mas que demostrado que el grado de implicación de los padres en la educación académica de sus hijos, puede ser un excelente indicador del rendimiento académico y del modo en que éstos afrontan el interés y el esfuerzo por aprender.

La razón principal de este hecho, se sitúa actualmente en el grado en el que la forma de implicarse proporciona a los hijos la posibilidad de satisfacer al menos cuatro necesidades básicas directamente relacionadas con experimentar que son competentes, sentir que actúan con cierta autonomía y no por obligación, percibirse integrados, queridos y aceptados, y experimentar que lo que hacen tiene sentido e intencionalidad para lograr alcanzar un objetivo.

La calidad de los lazos afectivos fructifica o se bloquea a través de diferentes pautas y en función de la naturaleza de los procesos de interacción entre padres e hijos, ya que cuando los padres son capaces de dedicar tiempo a los hijos, promover la escucha activa, hablar con ellos de aquellas experiencias o vicisitudes que les pueden interesar o preocupar, poner límites objetivos, estimular la responsabilidad, favorecer la autonomía, responder con empatía y manifestar auténtica satisfacción por los logros de sus hijos, están garantizando el afianzamiento y la consolidación de los lazos afectivos que proporcionan la seguridad necesaria para que los hijos sean capaces de enfrentarse a los desafíos de forma proactiva y afrontar constructivamente las posibles dificultades que pueden suponer los aprendizajes escolares y los cambios evolutivos en las diferentes etapas de desarrollo del niño y del adolescente.

Si la existencia de una relación afectiva positiva es una condición esencial para influir en la actitud de los hijos hacia el aprendizaje, también lo son el grado en que los padres son capaces de valorar lo que la Escuela aporta y las expectativas que tienen sobre las posibilidades de éxito de sus hijos.

La valoración que hacen los padres respecto al aprendizaje escolar y la formación académica de sus hijos es un factor determinante para los hijos, si es positiva se sabe que influye persuasivamente en su competencia para apreciar lo que significa aprender y conseguir logros académicos.  Por el contrario, cuando el valor que otorgan a la Escuela es insuficiente o negativo, la valoración e implicación de los hijos en el aprendizaje escolar tiende a ser menor y mas restringida.

Asimismo, las expectativas que tienen los padres, también desempeñan un rol fundamental sobre las posibilidades de éxito o desaciertos de los hijos ya que son el factor más determinante en relación al interés y al esfuerzo por aprender.  Si son altas y adecuadas a la realidad, se manifiestan principalmente en lo que les dicen a sus hijos cuando conversan con ellos, en las causas a las que atribuyen los éxitos y los errores, y en el tiempo que dedican a ayudarles en sus tareas escolares.  En cambio, si son bajas suelen generar una mayor sentimiento de inseguridad en los hijos y una menor competencia para afrontar constructivamente las tareas escolares y las dificultades que se puedan presentar.  Además, en la medida en que la percepción de los hijos es precisa, las ayudas que se establecen siempre suelen ser más lógicas y estar mejor adaptadas.

Otro factor primordial a tener en cuenta a la hora de facilitar el aprendizaje de los niños y adolescentes con TDAH en el ámbito familiar, es la comunicación, ya que las connotaciones que llevan inmersos los diferentes tipos de mensajes que pueden emitir y transmitir los padres, la convierten en una variable determinante y directamente relacionada con el rendimiento académico y la motivación de los hijos.  Cuando los padres demuestran interés por las actividades escolares de sus hijos, conversan con ellos acerca de sus tareas, resultados, dificultades o desajustes es muy efectivo tratar de reforzar siempre la importancia que tiene adquirir competencias y conocimientos que favorezcan la superación personal valorando el saber, en vez de centrarse exclusivamente en algo tan perjudicial y dañino como son las notas o calificaciones cuantitativas que lo único que pretenden es resaltar un contexto competitivo, comparativo y excluyente en el que solo importa el resultado numérico final.

Y en este sentido, sería recomendable que los padres cuando aparezcan estas dificultades o problemas traten de analizar la frecuencia con que hablan con sus hijos sobre su actividad escolar y el tipo de comentarios que les hacen para detectar qué valores y qué percepciones erróneas son las que pueden están transmitiendo, sin olvidar jamás, que hablar no significa presionar, interrogar, imponer, amenazar o intimidar.

Las formas de proporcionar estructura y establecer límites son muy variadas por lo que es importante también tener en cuenta que los estilos parentales de educación familiar son otra variable muy transcendental que se encuentra habitualmente contaminada por numerosos factores de índole multifactorial que afectan significativamente al interés, el esfuerzo por aprender y al rendimiento académico.  Por ello, los padres, sin ser autoritarios ni permisivos deben tratar de establecer siempre cierto grado de orden, estructura, reglas y límites tanto en tareas académicas como en otras actividades de la vida diaria de sus hijos, proporcionándoles pautas conductuales y modelos adecuados inmersos en contextos de afecto y apoyo, al tiempo que mantienen un nivel apropiado y suficiente de disciplina que permita  tener en cuenta que sus derechos se acaban donde empiezan los de los demás, ya que la ausencia de cualquiera de estos factores afectaría negativamente al aprendizaje y a la propia inclusión social del niño o adolescente con TDAH.  Es decir, se trata de facilitar información al menor para enseñarle cómo se espera que actúe y por qué se espera que lo haga así, dándole las indicaciones necesarias que le sirvan de guía y ayuda para conseguirlo, sin olvidar retroalimentar la adecuación o no de su forma de actuar tomando como referencia los principios establecidos, ya que al fin y al cabo no solo es cuestión de controlar o impedir actividades de ocio en momentos determinados, sino simplemente, de otorgar cierta prioridad al trabajo escolar regular.

Los padres, en relación a las tareas escolares de los hijos en el hogar, tienen la responsabilidad didáctico pedagógica de prestarles todo el apoyo posible en función de sus posibilidades, sin sustituirles jamás en la realización o ejecución de las mismas.  Se trata de que sean los propios padres quienes favorezcan procesos de aprendizaje dinámicos, flexibles y activos teniendo en cuenta que no haya estímulos distractores que impidan captar la percepción de autonomía en el propio niño o adolescente y adquirir competencias de autoeficacia a través de estructuras en forma de indicaciones que actúen como andamiajes para agilizar su aprendizaje.

La respuesta de los padres ante la más que habitual petición de ayuda por parte de los hijos para realizar las tareas escolares puede atender a dos tipos de reacciones, la primera de ellas, haría referencia a todas aquellas situaciones en las que los progenitores por falta de tiempo o porque no saben como ayudarles no atienden las demandas, provocando que los hijos al final dejen de insistir en su búsqueda de apoyo.  En cambio, la segunda y más recomendable, englobaría todas aquellas circunstancias en las que los padres sacan tiempo de donde sea para ayudarles con paciencia y comprensión o buscan a otras personas que puedan proporcionarles la ayuda que necesitan. Y en este sentido, es obvio que consciente o inconscientemente dependiendo de cuál sea la respuesta más frecuente o habitual, los progenitores están divulgando el valor que supone aprender y el grado en que valoran que sus hijos aprendan.

Los niños y adolescentes con TDAH necesitan que sus padres les ayuden a centrar la atención cuando repasan una lección o realizan tareas escolares porque en el momento en que experimentan dificultades tienen la tendencia a abandonar la tarea por los costes que conlleva el aprendizaje, el desagrado de no sentirse competentes o simplemente, por conveniencia para terminar cuanto antes debido a su falta de disposición al esfuerzo. Para tratar de solucionar este tipo de contrariedades será necesario que los padres sean capaces de transmitir a los hijos que el esfuerzo y la constancia son el mejor antídoto para cualquier aprendizaje y que se puede disfrutar con el saber, ya que enseñando a los hijos que esforzarse es valioso y que son competentes gracias a su propio esfuerzo, les están ayudando a buscar soluciones proactivas para saber cómo superar y afrontar de forma constructiva las posibles dificultades.

Los padres como principales agentes de cambio en todos estos procesos deben ser conscientes también de que con independencia de los incentivos que puede suponer adquirir conocimientos y desarrollar competencias, lo cierto es que esforzarse por aprender tiene diferentes costes que provocan que  las tareas escolares para el hogar, estén condicionadas por un componente afectivo negativo al ser percibidas tanto por los niños como por los adolescentes TDAH como excesivas, desmotivantes y carentes de significatividad, por suponerles mantener un esfuerzo mental sostenido, tener que restar tiempo a otras actividades más placenteras, enfrentarse con dificultades o experimentar algún que otro desaliento, frustración o berrinche.

Y esto es tan complejo, porque cuando un niño o adolescente TDAH se enfrenta a una tarea escolar que le han puesto en la Escuela debe siempre hacerse una idea previa de qué debe hacer y cómo hacerla, además de saber dirigir en todo momento el proceso, al tiempo que trata de evitar las distracciones y maneja adecuadamente las emociones que pueden surgirle debido a las dificultades que puede experimentar durante la realización de la misma.

Y queramos o no, en la actualidad, ésta es la tónica más habitual en el día a día de casi todos estos niños y adolescentes, tanto en el contexto escolar como familiar, ya que si consideran antes de comenzar una tarea académica o experimentan durante la ejecución de la misma ciertas dudas o que no saben hacerla, tienen muchas más dificultades para poder autorregular correctamente su aprendizaje y obtener expectativas de éxito y autoeficacia, al igual que para alcanzar el objetivo propuesto y experimentar progreso en relación al resultado, lo que provoca que disminuya significativamente su nivel de competencia, aumente su tensión emocional interna y tengan la tendencia a no enfrentarse a las tareas o abandonarlas antes de tiempo si ya las han comenzado.

Teniendo todo esto en cuenta, y a modo de propuesta o recomendación, creo que para lograr una solución eficaz tanto en el contexto escolar como familiar, sería necesario que desde los propios Centros educativos o Asociaciones de afectados se promovieran medidas psicoeducativas de formación que permitan tanto a padres como a docentes adquirir las competencias necesarias para enseñar, supervisar y controlar la realización de estas tareas académicas en los propios contextos naturales de los niños y adolescentes con TDAH, atendiendo a los procesos de realización de las mismas, con la finalidad de explorar realmente cúales con sus verdaderas dificultades y decidir cómo podemos ayudarles a afrontarlas de una forma más óptima, promoviendo y enseñando modos eficaces de autorregulación que les permitan  experimentar que aprenden a partir de experiencias de éxito para que su confianza y motivación por aprender se incremente significativamente, ya que la ejecución de una tarea va a depender siempre de los conocimientos y estrategias de que se dispone, pero si estos, no son adecuados o suficientes pueden ser que la tarea no se realice correctamente, que surjan dificultades, que despierte aburrimiento o ansiedad, o incluso, que se rechace al perder el atractivo y la signficatividad que le debería conferir su propia labor e identidad.

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